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Las tortugas de Florida, una plaga zombie

26/09/2021 Federacionfauna Comments Off

“Yo sé que son invasoras, hace un mes vi una enorme subiendo una de las rampas del parque”. Es el comentario de una vecina pacense al ver a Gonzalo Albarrán sujetar dos tortugas de Florida debajo del puente Real. Puede ser de las pocas personas que sepa que este animal es una especie invasora presente en Badajoz desde hace ya varias décadas. Vino como mascota y, aunque en 2013 se ilegalizó, algunos la seguían teniendo. Desde entonces hasta ahora, no paran de reproducirse de manera exponencial. “Es como los virus: cuanto más tardes, más dinero cuesta luego erradicarlas”, cuenta el presidente del centro de naturaleza MuchoBicho y de Rexcate, el primer refugio de animales exóticos de Extremadura.

Es precisamente con esta última entidad con la que actúa respecto a esta “plaga zombi”, como él mismo la denomina. Hay tantas, que lo más fácil ahora es ver a una de Florida antes que a una tortuga leprosa, que es la autóctona. De seguir así, explica Albarrán, esta última acabará convirtiéndose en la invasora: “Se va a asentar tanto, que ya va a ser una especie típica de aquí y la extremeña se va a extinguir”.

Pero los peligros de esta invasión no solo afectan a ‘nuestros’ galápagos, sino que se extienden a todos los niveles: peces, roedores, mamíferos, aves… Depredan cualquier cosa que cae al agua.

“Son bastante agresivas y se adaptan mejor a circunstancias difíciles que las autóctonas. Modifican todo el ecosistema”, explica Albarrán.

Son precisamente esas circunstancias difíciles las que están presentes en la capital pacense y que hacen que sea una de las ciudades de España que más sufre este problema. Su clima mediterráneo, muy parecido al que hay en Florida, la presencia de otras especies invasoras como el camalote, la contaminación del río o el crecimiento del impacto urbano provocan que los galápagos autóctonos sufran, todo lo contrario que el exótico: «Aquí hay un equilibrio, y mientras más lo rompas, más invasoras te encontrarás». Para protegerse del frío, por ejemplo, se esconden en agujeros, dejando fuera a las leprosas, que mueren al poco tiempo.

Pero su época ‘estrella’ llega cuando empiezan las buenas temperaturas. En invierno se aletargan, en primavera empiezan a copular, y luego buscan un sitio para poner los huevos. Es ahí, en ese momento, cuando es crucial ponerse manos a la obra. Primero, educando a la población: «Debemos concienciar a la sociedad de que uno de los mayores problemas de biodiversidad que tiene Badajoz es este, porque la gente no lo sabe». Segundo, desarrollando programas de captura. La Junta de Extremadura, según Albarrán, logra atrapar unas 300 tortugas de Florida gracias a las trampas que pone en el agua, pero normalmente son machos. Las hembras son las que salen para desovar, por lo que, al final, la multiplicación de la especie continúa su curso.

El presidente de Rexcate se centra más en estas últimas, que localiza y recoge gracias, sobre todo, a las llamadas que recibe tanto del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), como de la policía, del veterinario municipal o de los propios ciudadanos. Aun así, reconoce que su labor es insuficiente. «No salen los machos y las hembras que cogemos son un 1% del total, porque yo calculo que hay miles», se lamenta.

Protocolo de actuación:

Lo primero que hay que hacer, explica Albarrán, es intentar retenerlas con precaución: “Si la coges por la parte posterior, no te puede morder, arañar ni hacer nada”. Luego, lo ideal sería meterla en una caja de cartón con agujeros, aunque también vale un táper o incluso una bolsa de plástico. Después, hay que dar cuenta del hallazgo a las autoridades, quienes, con casi total seguridad, se acabarán poniendo en contacto con Albarrán para que las custodie hasta que responsables de la Junta vayan a por ellas.

Ahora, al aumentar más el calor, comenzarán a verse cada vez menos, pero este biólogo insiste en que no hay que relajarse: el año que viene, las tortugas de Florida volverán a campar a sus anchas por los parques de un río Guadiana cada vez más amenazado.

Fuente: Las Crónicas de Badajoz